No hay casualidad, ni destino, tan sólo azar y probabilidad || Natasha A. Romanoff

¿Libertad? ¿Acaso la libertad existía? No, no lo hacía. La libertad era un invento del ser humano, un invento de líderes y gobernantes, de pensadores y filósofos. Pero no, no existía. Todos somos prisioneros, prisioneros de nuestra vida, de nuestra suerte, de nuestro pasado y de nuestros actos. Todos somos prisioneros de esta vida que nos lleva a un fin sin retorno. Por muy inexistente que fuera la libertad, así se sentía Oksana, libre, como una gacela, como un pájaro que vuela a través del cielo. Abría las manos y sentía el aire correr a través de ello, levantaba la mirada y no veía una blanca pared, si no calles con gente y edificios. Curiosa sensación. Andaba dejándose llevar por la gente que caminaba a su alrededor, Oksana clavaba la mirada en ellos, les observaba, les analizaba, comenzaba a hacerse una idea del modo de vida en aquel mundo que era el suyo pero que le resultaba tan extraño. No era la primera vez que salía, pero sí la primera vez que lo hacía sola. Había llegado el momento de dejar el nido, de que demostrara al mundo de lo que era capaz. Pero no quería. La venganza no es buena, y aquello de que quien ríe último ríe mejor era una de las mayores estupideces que había escuchado en su vida, pero no tenía más remedio que permitir que así fuera. Oksana no era libre, estaba atada, enferma dependía de la medicación que los investigadores que la crearon veintidós años atrás. Podía curarse, eran tan sencillo como alterar lsu estrucutra atómica, pero nadie debía enterarse de aquello, nadie, o sería peor.

Tarde o temprano habría guerra, no daba más de cincuenta años de plazo y es cuando la utilizarían para su verdadero cometido, Oksana era un arma viviente un arma, basado en la inteligencia, en una habilidad mental sobrehumana que la haría la líder y estratega, al igual que la ideóloga y puede que manipuladora de mentes de aquella bélica hazaña. Pero para eso, debía conocer a la gente del mundo que la rodeaba, con un chip localizador dentro de ella la habían dejado, sola, con el suficiente dinero y recursos para subsistir por su cuenta en mitad de la jungla urbana que era Nueva York. A pesar de su inteligencia, no era omnisciente y sentía como la desconfianza y el posible temor a aquel lugar desconocido iban creciendo según vagaba por las calles, no sabía donde estaba ni a donde iba ni como volvería, sólo se dejaba guíar por un presentimiento. Sabía que algo pasaría, algo que el azar así lo posibilitaría haciendo que dos mementos fueran uno en un único lugar.

-Natalia, vigilarás la operación. Si esto sale exitoso, será benefactor para todos nosotros. El nuevo régimen mundial será apostado a nosotros. Todo por lo que hemos luchado tendrá sus resultado. Es tiempo del nuevo orden mundial-

La voz del director de la KGB hacia referencia hacia una de sus más fieles y confiables agentes de dicha corporación rusa. Aquel día seria llevado a cabo una especie de experimento sobre una civil escogida, el fin: La Mente Perfecta. Experimentos como ellos jamás habían dejado de existir, desde la misma segunda guerra mundial donde Alemania experimentaba con los infantes para perfeccionarlos y hacerlos una máquina de guerra; Rusia no podía quedarse atrás y hacia lo mismo ahora claro ejemplo de ello.


-Natasha, de ahora en adelante. Bienvenida a SHIELD. Sin embargo, necesitamos saber todo lo que poseas.- La voz elocuente y seca del director de la nueva corporación a la cual trabajaba, hacia hincapié en querer saber todo lo que se estaba suscitando en la KGB antes de que ella saliera de esta. Conto todo, y como si nada hubiese cambiado en ese sentido. Dicha misión sobre indagar si el experimento había sido exitoso o fallido le había sido asignada.


-Agente Coulson, ajuste perímetro. Tiene ya las características, quiero ubicación-
La base de operaciones de S.H.I.E.L.D estaba movilizada ese día más de lo normal, desde lejos en su típica morada, Nick Fury vigilaba todo, poniendo atención en lo que Natasha realizaba. Uno de los agentes asignados a la misión de la cual Natasha era líder, por decirlo así, había logrado ubicar a la chica que era portadora de casi un 98% con las similitudes que ella tiempo atrás había descrito además del nombre con él cual la había conocido.
-Madison Street, calle principal, vereda lado izquierdo. Multitud en tráfico, horario pico. Su andar es lento y sin atisbo de prisa- Coulson hablaba dando lo que la pelirroja había requerido unos segundos antes. Para esa situación no había un ‘plan’ tal cual, todo debía surgir de manera ‘fluyente’, después de todo era como un encuentro casual con su pasado no tan grato para dicha Viuda Negra.
-A cualquier signo de inferencia, estén alerta. Comunicadores encendidos a espera de cualquier orden- Fueron las palabras exactas de Natasha; saliendo de la sala de operaciones justo a ir hasta la habitación que tenía en la base de S.H.I.E.L.D. Iba a encontrarse ‘casualmente’ con ella. No obstante no podía hacerlo con la ropa que casi siempre usaba. Cambio su atuendo por algo más normal, sus jeans de siempre, botines de tacón y su blusa de tirantes justa al color de los botines.

Efectivamente las calles atiburradas de gente, la hora no era la más adecuada, salidas de trabajo hora de comer, todo estaba más que alborotado; dejando eso, no evitaba que su objetivo se perdiera. Entonces le diviso, reconociéndole apenas visiblemente, habían sido unos cuantos años y solo aparentemente dos veces que tuvo interactividad con ella. Era de admitir que se sentía rara, como si de repente algo abrupto la dominara. ‘Control Natasha’ se dijo a si misma, avanzando a paso dócil pero seguro, haciéndose pasar por una más de los que caminaban sobre aquella vereda, ama del disfraz y el engaño, no se podía esperar menos.

-¿Oksana?-
Recordó vagamente como es que sus antiguos directivos de la KGB la nombraban, y aquello a la mente que jamás olvidaba de la Viuda se mantuvo vigente. Sus redes de telaraña comenzaron a ser tejidas, pues la actuación de parecer sorprendida –aunque en parte lo era- tenía que ser lo más creíble. Más que por el hecho de la misión misma o de lo que S.H.I.E.L.D quería, era más por ella, por la conexión sobre dicha organización y el vínculo que jamás se había roto, pese a haberlos dejado.

Entonces la presintió, la vio por el rabillo del ojo. Su cabellera pelirroja, tan reconocible, tan grabada en su memoria. Natasha Alianovna Romanoff. Antigua miembro de la ya inexistente KGB, caminaba con despreocupación. Una despreocupación altamente fingida, lo hacía bien, sabía que Romanoff había sido una gran agente, una maestra del disfraz, pero pocas cosas, por no decir, nada escapa ante la mente maravillosa de Oksana. Su mente en ocasiones rozaba la clarividencia y la premonición, pero no, ella simplemente sabía y veía cosas, que nadie más.

Todo aquello hacía que se sumiera en un estado de letargo y depresivo. Oksana, directmaente, no encaja, aquel mundo no estaba diseñado para alguien como ella. Se retiró el pelo de la cara y prosiguió su caminata a sabiendas que no faltaba mucho para que volviera a escuchar la voz de la ex-agente de la KGB. Su teoría no tardó en hacerse realidad, sonrío con cierta suficiencia y giró sobre sus talones para clavar su mirada en la mujer de pelo rojo. Había cambiado, pero seguía siendo la misma de siempre. ¿Cuántos años habrían pasado?

Se acercó a ella, como si se tratara de una vieja amiga y la abrazo, siguiendo las pautas de comportamiento naturales en las personas. -Natasha. Hace tiempo de nuestro último encuentro.-saludó meditando sus palabras. -¿Qué quieres de mí?-le dijo sin tapujos. Ya que no encontraba razón para que aquella mujer entablara algún tipo de conversación con ella después de su huída de la KGB, además, era de las pocas que conocían parte de su verdadera naturaleza.

Era de esperarse que reaccionara de esa forma. Por lo que podría suponer, buscaba de como adaptarse ante el 'nuevo' mundo, si es que se podía decir así. Ese tipo de comportamiento lo había vivido ya con alguien cercano a ella, uno de sus compañeros de equipo; y ella, tenía ciertas características que le delataban y claro para Natasha no eran de escaparsele.

Con una sonrisa ladina, probablemente fingida, o tal vez no, recibió el abrazo de parte de la chica rubia, a lo cual para disimular ante el resto de la gente que pasaba por junto de ellas, lo correspondió por igual.
-Me parece maravilloso que aún me recuerdes- Hizo una ligera pausa para soltar una ligera risilla para si misma -Bueno, para alguien como tú, creo que eso no aplica- Ladeo ligeramente el rostro tras separarse del abrazo que demostraba un cordial saludo, y como era de imaginarse, nada se le escaparía a Oksana; para ello Natasha estaba más que preparada, algunas de las cuestiones que no le había dicho a Fury y se había preferido reservar para ella misma.

-Charlar...después de todo ha sido mucho tiempo, ¿no?-

Ni específica pero tampoco sin decir nada, aquello bastaba para inquirir el deseas saber en que había acabado todo, los resultados y demás. Sin embargo Natasha prefería la total y completa privacidad. Uno de los comunicadores que llevaba sobre su ropa casual, lo desconecto, aquel broche que parecía un águila cayo dentro del bolso pequeño que la pelirroja portaba, aquello seguro enfurecería a Fury y el resto de SHIELD; pero aquel encuentro tenía mucho que ver con su pasado más que con su actual trabajo.