Away from home {Blondie}

Si bien las ciudades grandes no eran lo mío necesitaba tomarme un largo descanso de mis días en la pequeña aldea africana en la que hacía poco había comenzado residir. No habían pasado ni dos meses y ya me estaba asqueando de lo cursis que se habían vuelto las cosas, ahora todos se amaban como hermanos, de una manera tan.. rosa que me hacía querer permanecer todo el día sola. Yo estaba mucho más acostumbrada al trato que siempre había tenido con Kovu, nos amábamos claro, pero desde pequeños lo más cercano a un abrazo que tuvimos fue el juego de luchas. Reí, al igual que con Nuka lo único que hacíamos era pelear hasta que alguno de los dos sangraba, entonces sabíamos que debíamos detenernos si no queríamos terminar realmente heridos. Las cosas habían cambiado mucho para mi gusto, no es que quisiera verlos a todos sacándose los ojos de nuevo, pero la cercanía y la confianza habían aumentando tanto en tan poco tiempo que comenzaba a marearme. Mi misma relación con Kiara había tomado un giro de 180º, y no es que eso no me agradara, amaba a la chica, pero no me acostumbraba por completo al aura de cariño y fraternidad que se pegaba en el aire últimamente.

Había aterrizado en Texas a las 4 de la madrugada ese viernes y me llevo dos horas el llegar a la tranquila zona residencial en Dallas, donde me quedaría por una semana en una hostelería. Rondé por las calles sin que hubiese amanecido aún, pensando en que hacer para matar el tiempo. Noté un pequeño puesto de café abierto y compré un capuccino caliente, realmente lo necesitaba, estaba comenzando a helar de esa manera en la que allá era insoportable simplemente. Me senté en la acerca que daba a la calle y me quedé viendo como el sol salía desde el lado del mar, que claramente estaba lejos de donde yo estaba. Pasé un rato así, simplemente contemplando el amanecer cuando noté que una figura femenina caminaba por la solitaria acerca, a la cual le sonreí de manera amistosa al acercarse más a mi.

Di un pequeño salto en mi lugar cuando escuché una voz femenina saludarme. Alcé la vista notando que era la chica dueña de la silueta a la que le había sonreído, por lo que sonreí de vuelta. Dejé mi café en el piso, al lado de la acerca y extendí mi mano tomando y agitando suavemente la suya. Era muy extraño que una desconocida se acercara a hablarte en la calle a las siete de la madrugada, pero en si me alegraba, mientras tuviera compañía el día se volvería ligero y relajado, lo cual era todo el objetivo del viaje: olvidar los problemas que me estresaban en casa.

-Lindo día, aunque bastante helado diría yo- reí y solté su mano, guardándola en el bolsillo de mi poleron y con la otra bebí otro sorbo de café. -¿Quieres?- pregunté ofreciéndole el vaso humeante, no había nada más delicioso que eso a esas horas de la mañana, en especial si el frío era tal que calaba tus huesos. Ya se empezaba a notar un poco más de movimiento, gente que iba al trabajo o esas cosas, pero yo estaba cómoda sentada en la orilla de la acerca.