Winter is coming {Erik, Charles, libre}

Mudarte desde la Antártida a Nueva York es una experiencia que un optimista llamaría interesante, pero yo prefiero decir que no lo recomiendo a no ser que odies mucho a los pingüinos. Cuando me enteré de la muerte de mi padre le dije a mi madre que trataría de buscar a mi hermana Sansa y a mi hermana Arya (además de vengar a mi padre). Una de las ventajas de vivir en la Antártida es que cualquier punto del planeta es bueno para empezar a buscar así que, ¿por qué no América?

A mi hermana menor Arya siempre le llamó la atención la idea de la libertad y la capacidad de escoger la persona que quieres ser libremente, y eso es algo que los americanos se sienten muy orgullosos de representar. Escogí Nueva York.

Y ahí estaba yo, solo en un lugar completamente desconocido, sin empleo, sin amigos, sin nada más que un contacto de mala calidad con mi familia en la Antártida, de la que no sé nada desde hace tiempo y el dinero de la cuenta de mi familia. Al poco de llegar al lugar me uní al ejército de los Estados Unidos, ya que procedo de una familia de destacados políticos y militares.

El tiempo se pasaba en Nueva York y no tenía noticias de ninguna huérfana vagabunda llamada Arya Stark, así que me propuse trasladarme a una ciudad en la que pudiese mantener mi empleo. Justo el día en que puse rumbo a la residencia de mis superiores para solicitar el traslado, me encontré con un individuo extraño en medio de la muchedumbre. Mi experiencia como militar me había regalado un sexto sentido que me decía a gritos que aquella persona estaba siguiendo a alguien, aunque quién sabe.

Desde niño siempre evite la ciudad de Nueva York, la suciedad, el ruido, las aglomeraciones de gente, el trafico, la fría indiferencia hacía el prójimo, me hacían ver la suerte que tenia de que la Mansión Xavier estuviera en la otra punta del Estado, aislado de todo contacto con la sociedad ( algo que siempre disgusto enormemente a mi madre)

Pero hoy gracias a cierto mutante rubio, Erik y yo tuvimos que bajar a la ciudad para comprarle otro ordenador a Hank, ya que el suyo había sido accidentalmente disparado por la ventana.No me moleste en echarle la bronca a Alex, ya que antes de irme le eche una ojeada a la mente de Hank y vi lo que le esperaba al joven, que sin duda no volvería a tocar nada suyo.

Aprovechando que tenia que poner los pies en la ciudad, con la ayuda de Cerebro localice al menos 2 mutantes que habitaban por la zona, así matábamos a dos pájaros de un tiro.

Había demasiadas personas en la calle, lo que hacía para mi imposible bloquear los pensamientos de todas ellas a la vez, entre eso y el ruido de los coches, empezaba a aumentar mi dolor de cabeza.

En mi mano derecha sujetaba un papel donde había apuntado las direcciones de ambos mutantes y una lista que me había hecho Hank sobre aspectos varios que requerían el ordenador.

me gire hacía Erik - ¿Ordenador o mutante primero?- pregunté

¿Que hacíamos allí? ¿A esto nos habíamos visto reducidos? Tendría que estar allí fuera buscando a Shaw y cuando le encontrase le pegaría un tiro entre los ojos a ese bastardo. Pero el giro de acontecimientos, me habían obligado a aparcar mis planes y dedicarme a ayudar a Charles y los adolescentes aparentemente inútiles para encontrar y aumentar nuestro potencial. Sin embargo no todo era como había planeado, pues allí estábamos los dos solos haciendo recados, como si fuésemos las niñeras de los chicos.

Suspiré, sin remedio tratando de no quejarme pues la verdad es que habría preferido un plan algo más interesante. Pero era necesario, necesitábamos formar un equipo, cuantos más éramos más fuertes y mayores las posibilidades de vencer a nuestros enemigos, y los mutantes no iban a encontrarse solos.

Por un momento ya había olvidado el estúpido chisme de Hank o como sea el mote que le pusieron, últimamente estaban muy pesados porque utilizásemos los "nombres secretos" pues se creían agentes. Cuanto se equivocaban, CIA o no, aquella organización estaba formada por humanos que nos miraban repletos de terror, que nos vigilaban cada segundo esperando la oportunidad de intervenir y acabar con nosotros, por el peligro que les suponíamos.

Es pura lógica que la gente tema a la raza superior. Pero aquello era lo que los demás no comprendían pues al dejarles de ser útil, también se desharían de todos nosotros para evitar cualquier tipo de amenaza.Siempre había sido así. Si algo sabía de la historia era que siempre se repite. Sólo los simples mortales pueden tener una mente tan primitiva, y toparse dos veces con la misma piedra sin sacar una conclusión a cambio.

Seguí caminando, y me giré para mirar a mi amigo pensando en que responder.
-Me es indiferente.- Me encogí de hombros. - Lo que más desees.- Sonreí de lado sin preocupación alguna, pues era verdad y no teníamos prisa. Aunque quizás fuese más práctico no tener que cargar con el aparato hasta más tarde.

Me quedé mirando un buen rato al individuo, la clase de tipo alto e imponente con el que aprendes por las malas que es mejor no cruzarte. Decidí seguirlo, tal vez por mi recién adquirido patriotismo que me impulsaba a vigilar los movimientos de un tipo tan sospechoso. Tal vez porque en el fondo me gustaba Nueva York y quería retrasar mi traslado... quién sabe.

Al cabo del rato pude ver que a su lado caminaba otro hombre más bajito con aspecto de intelectual. La muchedumbre me lo había tapado hasta entonces, pero ahora lo veía perfectamente. Para ser sinceros este no tenía aspecto de criminal, aunque vete a saber... Llegué a la conclusión de que o eran un dúo cómico o se traían algo entre manos, porque sencillamente esos dos eran de todo menos normales. Mi lógica me repetía que estaba exagerando y que tenía un traslado que pedir, pero mi sexto sentido no podía evitar preguntarse qué hacían una especie de veterano de guerra y alguna clase de feliz ratón de biblioteca paseando alegremente en medio de la calle.

Más intranquilo que antes, me centré completamente en seguirlos.

-Bueno, comencemos con los mutantes, Kiara Hailstone y Matthew Wells, opino que nos resultaría más conveniente empezar con el chico, ya que ademas de que creo que será mas receptivo y dará menos problemas que Kiara, trabaja en un Starbucks apenas a dos manzanas de aquí- concluí doblando cuidadosamente el papel 2 veces y metiendo lo en el bolsillo izquierdo de mi americana grisácea. - y así aprovechamos y tomamos algo- añadí sonriente, la idea de un Earl Grey caliente sonaba más que apetecible.

El malestar que me había traído la ciudad parecía que se iba desvaneciendo, íbamos a ayudar un mutante, saber eso me animaba, los dos jóvenes que buscamos tienen mutaciones extraordinarias, y nosotros podríamos enseñarles a no solo controlarlas sino llevarlas a su potencial máximo, pero en mi opinión que aceptasen o no la oferta no era lo más importante, ante todo simplemente quiero que sepan que no están solos, hay más gente como ellos, son especiales no "bichos raros", y con eso me contentaba.

Intentar bloquear los pensamientos de mayoría de las personas en aquella calle era agotador, así que decidí apenas concentrarme en bloquear los de Erik y dejar que fluyeran los demás, al no estar concentrado en escuchar a una persona en concreto, mi mente apenas recibía fragmentos de los pensamientos de las personas alrededor nuestro, mayoría de la gente se preguntaba si llegarían tarde al trabajo, algunos se preguntaban si su pareja le era infiel, otros que Erik tenia un parecido inquietante a un tiburón, pero algo que llego a mi atención fue el hilo de pensamientos de un cierto joven detrás nuestro que pensaba en seguirnos,subí mi mano derecha a la cabeza y coloque dos dedos al lado de mi frente, di una rápida ojeada a su mente, Robb Stark, Antártida, militar, buscando a familia, confuso y con cierto alivio comprobé que no tenia nada que ver con la CIA o con Shaw.

-Erik, se ha empeñado en seguirnos un chico- murmuré con tranquilidad, ya que dudaba que fuera una amenaza.

Me coloqué bien las gafas de sol y dirigí mi mirada hacia Charles de reojo para despues volverla al frente. - ¿Qué mutaciones tienen? - Pregunto pregunte por lo bajo en casi un susurro por simple curiosidad, los adolescentes siempre eran mas dificiles de convencer, con eso de estar hormonados y creerse los dueños del mundo, quería estar preparado para cualquier cosa que surgiese.

Sonreí de lado dejando relucir mis afilados dientes blancos. - Suena bien el plan.- Respondí ante la sugerencia, la verdad es que era lo mejor que se le había ocurrido en mucho tiempo.

Dicho esto seguimos caminando y torcimos la calle para dirigirnos al Starbucks, tampoco es que necesitásemos un mapa o algo por el estilo, pues no era la primera vez que caminábamos esas calles.

Me paré por unos segundos al escuchar lo de que teníamos un seguidor, muy tentado por girarme y decirle algo , miré al reflejo de un edificio y vi en efecto que aquello era cierto y fruncí el ceño.
-¿Quieres que me encargue de el? - Le pregunté, sin apartar la vista que tenía fijada en el reflejo.

Los dos tipos sospechosos se habían parado frente a un Starbucks. Me pregunté si querrían asaltarlo... Aunque podía ser mucho peor que eso. También existía la posibilidad de que tuviesen planeada una reunión con alguien.

Me detuve a la vez que ellos, y para mi asombro, vi cómo el más alto intentaba mirarme disimuladamente. No me quedaba ninguna duda de que aquello era algo turbio, porque la sutiliza y el sigilo con el que aquel hombre me había localizado eran dignas de un profesional.

Me obligué a mí mismo a calmarme, tal vez estaba exagerando. El trabajo de perseguir delincuentes era de la policía. Sin embargo ignorar aquel caso tranquilamente no me dejaba la conciencia en paz. Una idea estúpida se hizo luz en mi cabeza, y decidí arriesgarme un poco. Me acerqué a ellos y agarré al más bajito del brazo.

- Disculpe un momento, señor.- lo llamé. - Soy del departamento de investigación del ejército. ¿Podrían enseñarme su documentación?

Aguardé su respuesta, intranquilo pero triunfal. Si eran delincuentes no se iban a mostrar muy felices de que les pidiese que se identificasen, ¿no?

- Comenzando con Kiara, su mutación la podríamos categorizar como pyrokinesia, útil sin duda, pero puede llegar a ser algo peligroso y difícil de controlar, lo que siempre la ha hecho mantenerse más alejada de la gente- Estaba seguro de que ambos se llevarían bien- y por otro lugar tenemos a Matthew, cuya mutación le permite desprender una sustancia pegajosa- dije haciendo un recordatorio mental de que había que comprar más productos de limpieza y colocar al menos 2 extintores en la futura habitación de Kiara.

Después de girar en la esquina, ya se hacía visible el característico símbolo verde del Starbucks, ya casi percibía esa taza de earl grey caliente entre mis dedos

Robb Stark no parecia dispuesto a dejarnos pasar por alto - No te preocupes, no supone una amenaza- dije mientras vigilaba la mente de Robb para ver que pensaba hacer a continuación.

Me tomo por sorpresa cuando decidió acercarse a nosotros, problemas era lo ultimo que necesitaba ahora mismo, solté un suspiro justo antes de que me cogiera del brazo, me gire para mirarle de frente - Erik intenta ser simpático..o algo parecido- envíe telepáticamente

sonreí a Robb - Por supuesto, pero disculpe me a mi si antes de que le entregue nuestra documentación le pido yo que enseñe usted su acreditación como militar para justificar su petición- dije serenamente sin malicia alguna, por muy bien que supiese que Robb decía la verdad, sería ilógico entregarle la documentación a un extraño sin previa identificación.

El hecho fe que me pidieran mi documentación me hizo recelar de ellos... Aunque tal vez no fuera porqie me la pidieran, sino porque ya me había puesto tan paranoico con au cado que nada me parecía de fiar. En qué me estaba convirtiendo el servicio militar? Suspiré, recordando mi casa y a mi familia. La vida antes era mucho más sencilla. Y no sólo sencilla, más feliz. Eta una vida plena , la clase de vida que vale la pena vivir. Cuánto echaba de menos aquellos tiempoos . Ahora en su lugar me dedicaba a acosar a parejas raras por la calle...
Asentí, aceptando sus exigencias, y extraje mi cartera para enseñarles mi documentación. Me distrahe mirando el Starbucks y pensé que lo que necesitaba era una taza de café en companía de mi Husky, VIento Gris. A veces tenía la sensación de que era el único que me entendía.