Tu nombre de nuevo. | Eve Rosser

Viernes. Final de la semana. El día en que todos los chicos y chicas se encontraban pegados a sus dispositivos moviles planeando entre textos "la noche de sus vidas". Y mientras tanto yo me regodeaba en mi asiento frío del laboratorio de física mirando un teléfono que tenía la bandeja de entrada vacía. Suspiré y me llevé una mano a la cabeza, tratando de arreglar un poco mi peinado como si esa fuera la razón por la que nadie me invitaba a salir esa noche. La verdad era que nadie quería a "la menor" en sus fiestas. No me quejo, yo tampoco quiero ser la chica a la que todos cuidan, pero parte de mí se sentía mal por nunca poder encajar en lugares como estos.

Me recargué sobre mi libro de física y cerré los ojos. Lo último en lo que pensé fue en el zumbido de los ventiladores. Cuando los volví a abrir la clase ya había terminado y sólo quedaban unos pocos alumnos que lentamente metían sus libros dentro de sus bolsas y se retiraban del salón. Me restregué un ojo y acomodé mi cabello de nuevo. Era un caso perdido. Me puse la mochila verde sobre el hombro y salí con dirección a la cafetería. ¡Genial! Me había perdido de una de mis clases favoritas. Bufé y me maldije mentalmente. Tomé un café para llevar, descafeinado por que ya había tenido mis horas de sueño, y me dirigí camino a la residencial de la universidad que quedaba solo a unas cuantas calles.

En el camino pensé sobre el examen de calculo que tenía el lunes e hice una lista de las cosas que tenía que hacer este fin de semana, entre ellas las más importantes llegaban a ser la de limpiar la ropa y organizar de nuevo mi colección de Cd's. Abrí la cerradura con la llave que traía colgada y una vez dentro del apartamento pude respirar con tranquilidad. Este lugar no se sentía como casa pero era lo más cercano a ser una. No era más que un estudio con un pequeño baño pero para mí era el paraíso. Me tumbé sobre la cama, suponiendo que este sería no más que otro fin de semana de hastío, y a lo lejos escuché un ruido que no captó mi atención hasta que se fue haciendo más cercano.

-Knock, knock.-Escuché la puerta. ¿Era mi puerta? Por un segundo lo dudé. Pero luego de varios minutos, y de otros golpes retumbantes, me di cuenta de que lo era. A mi nadie me visitaba. Yo no conocía a nadie. La abrí con cautela, un poco paranoica por lo que pudiera encontrarse tras ella. Lo que vi no me dejó con menos que con la boca abierta hasta el suelo.

Todo estaba vuelto mierda. No había otra palabra para como estaban las cosas. Claire había desaparecido, no sabíamos nada de ella y Amelie estaba muy molesta también. ¿Qué es lo que había pasado? Shane estaba como loco, yo no dejaba de llorar en las noches y Michel a pesar de estar aparentemente más tranquilo estaba triste. Claire era parte fundamental de la casa de cristal, ella era la pieza que nos mantenía unidos y la necesitábamos. Todas las noches nos la pasábamos discutiendo y habíamos llegado a un acuerdo con Amelie y Oliver, uno de nosotros debía ir a buscarla.

Esa fue la peor pelea que tuvimos. Shane obviamente quería ser el primero en salir, pero Amelie se negó rotundamente debido a su historial de problemas, ella no deseaba que alguien tan problemático saliera del pueblo y Michael siendo vampiro tampoco podía exponerse de esa manera. La única opción era yo, pero Michael no quería dejarme ir sola. Tenía que hacerlo, por mí, por Claire y por todos.

Fui en busca de Myrnin ya que él era el científico loco que podía ayudarme dándome pistas de donde buscar, cuando llegué a su escondite que por cierto me aterraba él tenía un mapa y estaba muy concentrado en él. Me dio un montón de papeles pero me dijo que estaba seguro de que ella estaba en Seattle, yo confiaba en él, al menos en lo que se refería a Claire el parecía ser más cuerdo.

Una vez en Seattle llegué a la dirección que él me dio, no estaba muy confiada pero igual no perdía nada, se sentía muy raro no estar en Morganville. Cuando toqué y abrió la puerta Claire sentí que me volvía el alma al cuerpo. –Claire bear- Dije con lágrimas en mis ojos mientras la abrazaba.

El olor de un perfume que no reconocía se instaló en mis fosas nasales casi haciéndome estornudar. Unos brazos delgados, pero fuertes, me abrazaron hasta dejarme sin aire y, extrañamente, eso se había sentido mejor de lo que nada se había sentido en estas últimas semanas. Me costó mucho separarla,creo que yo tampoco quería que aquello terminara, pero cuando pude, mi mirada fue directa a su ropa. Sólo podía ver calaveras por aquí y por allá. Una chica en su máximo potencial de gótica. Su rostro me era tan familiar..., pero no sabía si no la lograba reconocer por la gruesa capa de maquillaje que llevaba puesta o por que simplemente no la había visto nunca en mi vida.

Me mordí el labio y sentí como mis mejillas se ponían rosadas de la pena.-Ho-hola-Le dije entre titubeos.-¿Quién eres?-Pregunté llena de vergüenza. ¿Por qué ella me conocía y yo no? No era una cosa de todos los días que alguien llegara y me diera un abrazo como si se le fuera la vida en ello, que dijera mi nombre y, además, que me llamara "osito". Me recordó a mi madre, una versión mucho más genial de mi madre. "Recuerda su nombre Claire, ¡Vamos!" ¿Quién era la misteriosa chica gótica que me miraba como si hubiera encontrado el misterio de la vida? Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé la sien, un repentino dolor de cabeza logró hacer que me mareara. Me apoyé con una mano sobre el escritorio, sólo por si acaso, y la miré de nuevo de reojo.

-Yo te he visto antes ¿No? ¿Eres de la universidad?-Esta vez soné mucho menos nerviosa, aunque la vergüenza aún no se había logrado escapar de mis mejillas. ¿Debería invitarla dentro? Era una extraña después de todo ¿No? Oprimí los labios y me hice unos pasos para atrás. No le hice caso a mi cerebro, lo que generalmente no terminaba bien.-Pasa-La invité. Con una mano abrí la puerta por completo y, una vez que estuvo dentro, la cerré. ¿Quién era? ¿Quién era? simplemente no podía terminar de poner mi dedo sobre ello. Lo tenía en la punta de la lengua pero se negaba a salir.

Ahora mi típica cita de los viernes por la noche con mi libro de química había sido reemplazado por esto. Tenía la impresión de que esto iba para largo.

Abrazaba a Claire como si no lo hubiera visto hace años, como si hubiera vuelto de la muerte y en parte era así ya que muchas veces se nos pasó por la cabeza la idea de que algo malo le podría haber pasado. Ella me separo y yo seguía igual de sonriente y con las lágrimas aun nublando mi vista. Ella se quedó mirándome fijamente de arriba abajo ¿estaba fijándose en mi ropa? A estas alturas y después de todo lo que habíamos pasado ella se estaba fijando en mi ropa, como si no estuviera acostumbrada ya. La forma en la que ella me miraba era muy extraña, debería estar llorando, inundándome con preguntas y especialmente mencionando el nombre de Shane. Esto estaba muy raro y yo a pesar de estar con ella me comenzaba a sentir algo incómoda.

Sus palabras me atravesaron como cuchillos. “¿Quién eres?” me había preguntado y ahí se desvanecieron todas mis dudas, algo malo le había pasado, le habían hecho algo y yo no tenía idea de cómo podía remediar esta situación. –Soy Eve, Eve Rosser, tu mejor amiga.- Y al decir la última palabra no aguanté más, toda la apariencia de rudeza que irradiaba se esfumó, comencé a llorar, no podía creer lo que estaba pasando, ¿cómo es que las cosas en vez de mejorar siempre empeoraban? -Al menos estás viva.- Dije frustrada y sin mirarla, ella no tenía la culpa de mi enojo pero la verdad es que me sentía muy mal, y esto iba a destruir a Shane, tal y como lo había hecho con Claire cuando el la había olvidado. Dejá vu.

-¡No soy de ninguna maldita universidad y tampoco tú! ¿Por dios Claire, ¿qué diablos te hicieron? Tienes que contármelo todo.- Ella me invitó a pasar y se lo agradecí aunque si no lo hacía yo iba a entrar de todas maneras, tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando con la mente de mi mejor amiga y también quien se la había llevado de Morganville. Me sequé las lágrimas y me deje caer en uno de los muebles, puse mi bolso al lado y me descargué. -¿Tienes idea de el infierno por el que nos has hecho pasar? Tus padres están como locos y ni que hablar de Shane, pero claro, tú no sabes porque no tienes idea de nada de lo que te estoy hablando- escondí mi rostro entre mis manos, seguramente ella pensaría que yo estaba loca, como cuando me conoció.

¿Estaba llorando? Abrí los ojos en grande cuando comenzó a hacerlo. Me acerqué a ella y tuve unas ganas de abrazarle que casi me superan. Simplemente puse una mano sobre su hombro e intenté consolarla. No la conocía y ¿Estaba llorando por que no la recordaba? Me sentí mal sin ninguna razón. Le eché la culpa a la jaqueca. Ella aceptó mi invitación y pasó a mi pequeña habitación de cuatro por cuatro.

Me mordí el labio e intenté hacer cabeza, al mismo tiempo que me sentaba en la cama discretamente y la invitaba a hacer lo mismo. En la esquina había un sillón, tal vez podíamos habernos sentado allí, pero mi cama parecía más reconfortante después de todo. Luego de pensarlo detenidamente entendí que tu no olvidabas así como así a alguien que dice ser tu "mejor amigo". Oprimí tan fuerte mis labios que estaba segura de que el contorno ya estaba blanco. Suspiré y la miré de arriba hacia abajo.

Tal vez tenía razón pero tal vez era una loca. A juzgar por su ropa, bien podría ser la segunda. Cerré los ojos y lo pensé por unos segundos. Si se me hacía conocida era por algo. Si no era de la universidad tal vez se trataba de otra cosa. Fue entonces cuando lo recordé.-¡Hey! Espera, ya sé. Yo te he visto antes.-Dije sin pensar. Parecía una niña de cinco años descubriendo que habían regalos bajo el árbol en la mañana de navidad. Sopesé la idea de comentarle que la había visto en mis sueños. ¿Qué tan zafado podía sonar aquello? No tanto como lo que estaba diciendo ella ahora, por supuesto. Pero entonces fue cuando retomó nuestra conversación.

El tono de su voz adquirió algo que me hizo temblar por dentro. Me sentía más pequeña de lo que ya era. La miré de reojo y aunque no entendía nada de lo que me dijo pude sentir que algo estaba mal en mí.-¿Shane?-Pregunté curiosa, su nombre había despertado una nueva clase de sentimientos. No sabía quién era pero quería saberlo. Me sentía mal, como si hubiera cometido un delito o algo peor, como si me hubiera olvidado del cumpleaños de mi padre y no lo hubiera llamado.-No entiendo nada.-Le dije confundida. Ahora era yo la que quería llorar. ¿Cómo podía alguien fingir estar tan desesperado? No, ella no estaba fingiendo. Esto era real. Y ella... ella conocía a mis padres.

¿Has hablado con mis padres?-Enfrenté las lágrimas y evité que salieran de mis ojos. No sabía si de felicidad, por que al fin estaba empezando a unir las piezas de este juego, o de tristeza, por que probablemente no la iba a recordar, probablemente solo era una loca, y sólo estaba esperanzandome con la idea de que alguien más, allí afuera, se preocupaba por mí. "Sé un poco más fuerte, Claire", me dije a mí misma.-Yo pensé que su teléfono estaba descompuesto...-Me detuve unos segundos.-Eso fue lo que dijeron.

Claire puso su mano sobre mi hombro como si eso pudiera consolarme en ese momento, no lo hacía, claro que no. El único consuelo que yo podía tener en ese momento es que ella me mirara fijamente y me dijera: “Lo recuerdo todo, se quién eres”. Pero claro, eso no iba a pasar porque sea lo que sea que le hubieran hecho a Claire la habían jodido y muy seriamente. Me moleste, no con ella, ella no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando aunque ciertamente sí tenía el don que los cuatro teníamos, ese de meternos en problema en cualquier momento, incluso sin salir de la casa, como el día que llego Bishop.

Nos sentamos en su cama, yo aparte de tener los ojos llenos de lágrimas y todo el rímel regado no podía dejar de mirarla, ella se veía muy confundida, no la culpaba, estaba frente a una “desconocida” vestida como gótica y con la cara de un zombie o un vampiro, pero preferí omitir el ultimo pensamiento. ¿Qué pasaría si le decía a Claire algo de los vampiros? ¿Recordaría todo? No quería arriesgarme a decirle algo y que de pronto me echara de su casa arruinando así quizá la única oportunidad que teníamos de hablar.

Me sequé las mejillas, ya bastaba de llorar pero y es que aunque yo parecía ser una chica fuerte no lo era, de hecho era todo lo contrario, lloraba por todo y era muy sensible, pero bueno, eso solo lo sabían Shane, Michael y Claire. Claire por el contrario tenía una apariencia de niña frágil, pero era todo lo contrario. Recordé en ese momento el día que la conocí, tenía un ojo morado debido a un golpe que le había dado Monica Morrel y estaba llorando, sola y desamparada. Un año había pasado desde eso, y ahora Claire no tenía nada de niña, de hecho era la persona más luchadora que conocía.

Levanté la mirada esperanzada cuando dijo que creía conocerme. -¿Dónde dices que me has visto?- la mire esperando su respuesta, como si de eso dependiera mi vida. Ella cobro un poco de vida cuando mencione a su novio, pensé que quizás podía usar eso para ayudarla. –Sí, Shane Collins, tu novio. ¡Debes verlo, es un bombón!- Dije en una expresión muy mía, deseaba que ella tuviera recuerdos, y trataba de hacerlo más fácil siendo completamente yo. Aunque obvio la expresión era algo que usaría más Claire ya que de ninguna manera yo miraría a Shane así, aunque debía admitir que mi mejor amigo no estaba nada mal.

Me detuve un instante cuando dijo que el teléfono de sus padres estaba descompuesto. Me quedé mirándola fijamente y con expresión seria, lo considere un segundo y después hable: -¿Quién te dijo que su teléfono está descompuesto? ¿Con quién estás viviendo en este lugar Claire?- la idea de que llegara alguien más me aterro por un momento, el pensar que el vampiro que se la había llevado podría llegar en cualquier momento era muy preocupante, esto estaba mal, pero que muy mal.

Su llanto se calmó. Gracias al cielo. Sentía que iba a tener que abrazarla para que se sintiera mejor, lo que, déjenme decirles, hubiera sido bastante incómodo suponiendo que apenas nos conocíamos. Le regalé una sonrisa de lado, una de tristeza y no de felicidad. Dios, no entendía todo esto.

Me sonrojé un poco cuando me preguntó en dónde la había visto.-Esto...-Me tardé en contestar. Para explicarle bien a qué me refería me dirigí hacia la esquina de mi habitación en dónde había tirado la mochila de color verde que llevaba mis cuadernos dentro. Saqué el de química y lo abrí en una de las páginas del final, en dónde estaban dibujados dos chicos. Uno alto con pantalones holgados y una chica que venía vestida con una falda de tachas y una camiseta negra de tiras. El dibujo estaba en blanco y negro y era terrible. Parecía uno de esos dibujos de niños en los que ni siquiera puedes dibujar al personaje con la cantidad de dedos que es. Estaba segura de que, si contaba, probablemente tenían cuatro dedos.

Me dio pena mostrarselos pero lo hice.-He tenido sueños con ellos dos, un rubio y una chica de cabello oscuro.-Le expliqué.-Y se repiten, lo que es raro.-Le expliqué.-Aunque... no creo que signifique nada, no tendría sentido ¿No?-Me llevé una mano a la cabeza.-Por que nunca te había visto.-Sentí que lo que dije fue muy crudo, muy cruel. Me gustaba más la Claire callada, la que en realidad se guardaba lo que pensaba y decía lo que en verdad valía de algo.-Lo siento.-Terminé por decir tontamente. Cerré el cuaderno.

Me reí cuando dijo que era un bombón.-Entonces definitivamente estás con la persona incorrecta.-Bromeé. Yo no podía conseguir que ni siquiera un lagarto me quisiera. Y lo decía por que todos me veían como esa niña rara y joven del laboratorio de ciencias, de esas que terminan con dos novels y una casa llena de gatos. El pensamiento de que alguien me quisiera hacía que miles de mariposas se acumularan en mi estómago.

Le expliqué acerca de las llamadas.-Bueno, llamé varias veces pero desde hace unos meses el teléfono parece estar cortado. Desde entonces no he podido comunicarme, cuando pregunté en la recepción sólo me dijeron que tal vez estaba descompuesto.-Me encogí de hombros.-Supuse que encontraría alguna forma de encontrarlos con el tiempo. No tenía mucho que contarles de todas formas.-Supongo que ahora si tenía algo que contarles.

Miré mis manos, que jugaban la una con la otra sin saber qué hacer.-¿De dónde eres?-Le pregunté.-¿Vives aquí?-Por alguna razón no quería que nos quedaramos en silencio, no quería que se fuera. Era una de esas personas geniales con las que yo nunca me podía llevar por que no tenía una oportunidad.-Todo esto es tan raro.-Le dije entristecida. Mi lógica me decía que sólo quería creer que lo que decía ella era verdad por que mi vida era muy aburrida aquí. Cuatro pareces y un techo era lo único que conocía de Seattle. Y era más triste que me dejara llevar por esta loca aventura sólo por que no tenía una vida a la que acudir.

Ella se tardó un poco en contestar y yo la miraba con expectativa, me causaba gran curiosidad el que ella sin recordarnos dijera que nos hubiera visto, eso era algo extraño. Se levantó de la cama y fue por un cuaderno lo cual era muy Claire, sonreí aunque la felicidad no me llegó a los ojos, es decir, estábamos en un gran lio y no sabía cómo saldríamos de esta. Ella acerco su cuaderno a mí y me quedé mirando el dibujo con la boca abierta, éramos nosotros, Michael y yo, a pesar de no tener color y no ser el mejor dibujo era obvio que éramos nosotros, incluso en un dibujo Michael se veía hermoso. Lo extrañaba, sus besos, sus abrazos. Sacudí la cabeza de inmediato sacándome esas ideas de la cabeza, ahora solo importaba Claire, lo demás podía esperar.

Seguía mirando el dibujo detalladamente mientras ella me explicaba la situación. -¿Has soñado con nosotros? Vaya, eso sí que es raro, incluso para ti.- Dije sin pensarlo, no lo decía a mal, sino como si ella supiera quien era yo, con toda la confianza que nos teníamos. Lo cual me dolió. Ella dijo que sus sueños no tenían sentido porque nunca me había visto, eso también dolió pero era de esperarse, aunque ella no era una persona que decía las cosas con intención de herir. -¿Sabes? Claro que significa algo, ¿no te das cuenta? Nos conoces, es más, nos extrañas, hasta tu subconsciente te lo dice, por eso sueñas con nosotros.- Solté de una, era la explicación más lógica que se me venía a la cabeza, y lo peor es que tenía mucho sentido.

Negué cuando me dijo que lo sentía, no importaba, nada de lo que dijera podía lastimarme más que el hecho de que ella no supiera quien era. Cuando dijo que estaba con la persona equivocada sentí unas locas ganas de sacudirla, definitivamente sin memoria seguía siendo Claire en todo. –Para nada, sé frente a quien estoy, y sí, aunque no lo creas, tu Claire, la cerebrito tiene un novio, un novio que te ama y al cual tu amas.- Recordé el día que íbamos en el carro y ella me contó el como Shane le dijo que la quería, eso fue increíble, Shane nunca había querido en verdad a una chica, pero Claire era especial.

-Claire, tus padres no saben de ti hace meses…- Dije preocupada, el que ella estuviera hablando con alguien me aterraba, la idea de que la estuvieran vigilando o le hubieran hecho daño me enfurecía. Iban a pagar muy caro aquellos que la habían sacado de Morganville y la habían separado de su familia y sus amigos. Amelie no estaría feliz. ¿Con quién había estado hablando Claire cuando llamaba? ¿Quién se estaba haciendo pasar por sus padres? Tenía que llamar a Myrnin, no deseaba preocuparlo, pero el quizá tenía algún raro invento con el cual pudiera rastrear las llamadas.

Cuando se hizo un silencio incómodo Claire empezó a hacer preguntas, abrí la boca de inmediato para responder pero pensé mejor las cosas ¿qué le podía decir que no me hiciera parecer una loca? Bueno, algunas preguntas si las podía responder. –Soy de Morganville, Texas.- Dije mirando fijamente su rostro para ver si el reconocimiento aparecía en el. Ella tenía razón, todo esto era muy raro, raro y escalofriante de cierta forma, era como empezar desde cero, me estaba conociendo de nuevo.

¿Incluso para mí? ¿Qué significaba eso? Me imaginé escenarios en los que yo era la rara de entre las dos. Sinceramente, no podía imaginarme aquello. Eve ya se veía bastante rara. Suspiré y dejé que la chica hablara, que hiciera teorías acerca del por qué de los sueños, al fin y al cabo no se me ocurría algo lógico para aquellos sueños ni para toda la situación en la que estaba metida.

El dolor de cabeza aumentaba mientras más intentaba pensar en ello. Hasta que al final tuve que levantarme y buscar entre mis cosas dos pastillas. Tomé un vaso de agua y busqué el dispensador de agua que había en mi habitación. Llené el vaso y me llevé las dos pastillas a la boca, pasándolas rápidamente por mi garganta. Odiaba las medicinas. La miré de nuevo y traté de sonreír cuando dijo que me amaba. Un calor inusual llenó mi pecho ante el pensamiento de alguien amándome.

-Ellos tampoco han llamado.-Dije en mi defensa.-A la escuela, me refiero. ¿No se supone que ellos me metieron aquí? No hubiera llegado aquí de no ser por que ellos me dieron su autorización.-Me tomé la cabeza con las manos y me volví a sentar a su lado. Estaba un poco derrotada. Usualmente yo era l que sabía todo, la que se enteraba de todo aunque no lo quisiera, pero en ese momento me sentía la persona más ignorante del universo. Me atreví a apoyar mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Aquello se sintió incómodo, a pesar de que supuestamente eramos mejores amigas.

Yo también estuve en Texas.-Le dije tranquila.-Estudié ahí.-Suspiré.-Siempre quise ir al MIT pero no me aceptaron tan pronto por que era muy pequeña. Y mis padres dijeron que era mejor que fuera a alguna universidad más cerca de casa.-La cabeza me iba a explotar en algún momento.-Y entonces... ahora estoy aquí.-Resoplé y abrí los ojos.

¿Crees que sería bueno volver?-Le pregunté con curiosidad.-Quiero volver, con mis padres.-Sentía aquel nudo en la garganta que me quemaba y me avisaba que las lágrimas pronto estarían asomándose por mis ojos. Las retuve lo mejor que pude. No quería ser Claire la pequeña llorona.-No me encuentro aquí.-Por primera vez en severos meses pude decirlo a alguien.