Do you remember?

ooc: Gwen no tiene tanta familia para rellenar líneas(?) PERDÓN.

Los viernes eran geniales porque simplemente la semana estaba terminando, pero los sábados eran perfectos.
No había necesidad de levantarse temprano y si lo hacía era para hacer algo que ella quisiera y no por obligación, podía pasar la tarde encerrada leyendo, o salir a disfrutar del clima húmedo y frío y normalmente nublado de la ciudad, y lo mejor de los sábados era que estaba sola. La casa en completo silencio y armonía, todo a su disposición. Esto era debido a que su padre solía viajar durante periodos de varios días por trabajo y su hermana mayor prácticamente ya no vivía en la casa. Era como si viviera sola, y por más que pudiese sonar triste para Gwendolyn era genial.
No estaba segura cómo había transformado el sentimiento de vacío angustiante que dejaba su hogar luego de la muerte de su madre por uno que fuera placentero, pero así lo había madurado a través de los años y seguramente la re-modelación de los espacios que antes pertenecían a su mamá había tenido que ver.
La mujer, antiguamente, tenía una habitación grande que había planeado destinar como estudio, un lugar parecido a una oficina pero con elementos que le permitieran pasar tiempo allí también para leer, estudiar, o cualquier otra actividad de ocio. Su lugar feliz, recordaba que le llamaba. Sin embargo nunca llegó a terminar de armarla y dejarla a medio trabajar por apego a su fantasma no era saludable para ninguno, había concordado con sus otros dos familiares, así que finalmente a través de los años fueron moviendo sus cosas de lugar hasta vaciarlo.
Durante los últimos meses en el tiempo libre que su padre había tenido se dedicó a amoldar el espacio en pos de recibir a alguien que pudiese necesitar albergue, alquilar una habitación era muy habitual en estos tiempos por lo que pensó que sería el mejor destino que podría darle a tal habitación que seguía vacía. Además así, con alguien más que viviera allí, le daría más vida y movimiento a la casa y no dependería todo de su hija menor. Esto, para Gwen, era un detalle menor y de hecho nunca lo pensó mucho al respecto ya que estaba bien de ese modo sin importar que tan sola pudiera sentirse.
Pues a ello se resumió ese sábado. Antes de partir, el señor Sphere dejó encargado a Gwen no salir -como lo hiciera normalmente- ya que había sido contactado por la disponibilidad de la habitación y ese día llegaría su nuevo inquilino. Algo desganada la chica asintió a todo y se resumió a esperar a que esa persona llegara sin más, puesto carcomerse la cabeza pensando en quién sería y cómo sería era estúpido, ¿verdad? porque de todas formas lo vería más tarde y en definitiva no cambiaría tanto su vida, ¿Cómo podía influir? Sólo vería a alguien nuevo rondando por ahí de vez en cuando y ya.
Su día comenzó como cualquier otro sábado, paseándose por la casa con una taza de café, se sentó a leer largas horas hasta que decidió hacer una pausa y entrar a bañarse como forma de refrescarse, ¡y en eso sólo ya se le había pasado más de medio día!
Recién acababa de vestirse cuando un ruido irrumpió su próxima tarea que sería encargarse de secar su cabello. Era alguien llamando a la puerta así que tendría que dejarlo para más tarde. Sin más y con el cabello aún algo húmedo y con sus ondas libres, caminó hasta la puerta, la abrió y lo vio.
Con la vista hacia arriba para fijarse en su rostro, de aire fresco, gestos alegres y rasgos perfectamente delineados, de repente pensó que se estaba olvidando respirar, y saludar.
-Hola.- Tras algunos segundos en silencio se apresuró en hablar. -Tú eres el de la habitación, ¿Verdad?- Creyó que era una pregunta tonta y una suposición obvia pero esa lo que menos podía pensar en aquél momento. Se movió un paso hacia atrás abriendo más la puerta invitándolo a pasar sabiendo que venía por el cuarto libre, después de todo era su encomienda el recibirlo.

El escuchar su voz, algo tímida, reservada y cálida casi sintió un escalofrpio recorriendo frenéticamente su espalda. Un extraño sentimiento de familiaridad la indundó de forma abrumadora pero decidió ignorarlo, especialmente al oírlo, nuevamente, esta vez presentándose.
Intentó no mantener mucho contacto visual puesto se sentía como obligado a observarlo, a analizarlo tanto como fuera posible con la mirada e incuso...Mejor era responder. -Gwendolyn.- Sus labios se curvaron muy tenuemente. Dudó por un momento para luego apresurarse a tomar su mano a modo de saludo. -Igualmente.- Y del mismo modo una sonrisa modesta se plantó en su rostro. Sabía que no podía comparar la simpatía del muchacho al sonreír pero al menos lo intentó.
-Sí, es por aquí.- Algo inhibida alejó su mano de la suya, soltándolo, para caminar en dirección a la habitación que lo esperaba. Al ser un departamento las distancias no eran enormes y para el gusto de Gwendolyn eso era perfecto aunque en el momento se preguntó si para él, que recién llegaba, eso estaría bien o no. Por eso al abrir una de las puertas del pasillo que daba al cuarto vacío se apresuró a comentar. -Es bastante espacioso ya que no era originalmente una habitación. Creo que es más grande.- Se apoyó contra el marco de la puerta dando lugar a que Shane entrara y mirara el lugar e incluso que dejara sus cosas si así lo quería.

Ella le saludó igual, y él pudo sentirse mejor. Gwendolyn. El nombre hizo eco en su cabeza y arrugó la frente un segundo. Lo había oído antes, estaba seguro, pero ¿dónde? Maldijo su memoria que le fallaba justo ahora, pero de todos modos siguió a Gwen a través del departamento con una leve sonrisa en los labios. Por alguna razón, ahí se sentía increíblemente cómodo.

—Bueno, tampoco es que necesite tanto espacio...— Es más, con que hubiese una cama se contentaría. Claro, eso sin contar el baño y la cocina, que resultaban indispensables. Avanzó un poco más para poder observar la que sería su nueva habitación, e inmediatamente una gran sonrisa se fue abriendo paso entre sus labios. —Es estupenda— Tenía incluso un escritorio. Y la vista prometía ser genial. Caminó hasta la ventana y, en efecto, tenía razón. Oh si, definitivamente no se le haría difícil acostumbrarse a aquello. Apoyó sus cosas en el suelo, junto a la pared y rebuscó en ellas hasta dar con un paquete que puso en manos de Gwen.

—Me han insistido en que es de mala educación llegar con las manos vacías a un lugar, así que....— Se encogió de hombros, sin saber muy bien qué más decir. —Son brownies, los hicimos en casa, a mi hermanita le hacía ilusión. ¿Te gusta el chocolate, cierto?— Y volvió a cambiar de tema, no se sentía demasiado listo en estos momentos, pero de todos modos estaba de buen humor. —¿Me enseñas el resto del departamento? Bueno, no.todo, sino la cocina, el baño y eso— Se enredó con las palabras al final así que trató de enmendarlo con otra sonrisa.

Por algún motivo se sintió aliviada al saber que la habitación resulto de su agrado y mientras Shane recorrió el lugar acercándose a los muebles que había y miraba al rededor, Gwendolyn no se movió ni un centímetro de su lugar quedando demasiado ocupada siguiéndolo con la mirada e intentando descifrar de dónde su rostro le resultaba tan conocido, porque estaba segura que de haberlo visto antes lo recordaría, no había forma de olvidar esa sonrisa, como la que le dedicó luego.
-Oh...No hacía falta.- Recibió entonces el paquete y lo tomó entre ambas manos delicadamente. -Sí, me gusta.- Respondió tan segura como si fuera una obviedad e internamente se preguntó si es que había alguien en este mundo que no le gustara, ella era rara pero que no te guste el chocolate, dentro de sus pensamientos, desvirtuaban cualquier tipo de medición de extravagancia. Era simplemente inaudito.
-Ya que vivirás aquí supongo que sería lo correcto. Mira si te pierdes.- Como si el departamento fuera tan grande, sonó su ironía al respecto.
Entonces salió de la habitación aún con el paquete en manos y nombrando cada parte de la casa a la que pasaban, en el mismo pasillo señaló su propia habitación, la de su padre y hermana, luego el baño el cual mostró también su interior y finalmente también dio a conocer la cocina, y así dio la vuelta al lugar hasta volver a la sala de estar, dónde lo había recibido en primer lugar.

Se alegró de que ella no pusiese demasiadas trabas para recibir aquel pequeño presente, así como de que le gustara el chocolate y de que no hubiese puesto cara de asco al enterarse de que eran dulces hechos en casa, más precisamente, por él y por Shell. Aunque bueno, se había preocupado de no ser demasiado específico sobre aquel punto.

—Claro, que suelo despistarme de vez en cuando— Se largó a reír, aunque tuviese algo de razón en lo que acababa de decir. Prestó incluso más atención a aquel recorrido y a las palabras de Gwen que la que le daba a la televisión o a los partidos de fútbol. No hizo muchas preguntas, pero sí memorizó cada pequeño detalle. Hasta entonces esa había sido una casa de chicas, y él llegaba para sumarse al equipo del padre. Deseó no ser ningún intruso en aquel lugar, porque su última intención era causar problemas.

—Es una casa muy bonita; gracias por aceptar recibirme. — Parecía como si ya estuviese instalado y viviendo ahí desde hace tiempo, pero lo cierto es que aún ni hablaban de la renta y sus responsabilidades en aquel lugar. Pero como no era un tema muy agradable, preguntó otra cosa. —¿Desde cuándo que viven aquí?— Sonaba como simple curiosidad, pero lo cierto es que saber eso aayudaba un poco a que se enterase de dónde es que conocía a Gwen, porque, por algún motivo, sentía que si no lo averiguaba no dormiría del todo en paz.

Respondió simplemente acentuando su sonrisa, aún algo tímida pero sin inhibirse por eso.
En realidad no era su decisión recibirlo o no, más bien siempre estuvo planteado el hecho de que alguien anexo llegaría a la casa cuando la habitación estuviera lista para ser tomada por alguien, pero de haber dependido de ella no sabía cómo podría negarle la estadía a Shane.
-Umm...- Pensativa intentó contabilizar los años que debían llevar allí. -Desde que tengo memoria.- Río al darse cuenta que eran demasiados, o al menos desde que era lo suficientemente pequeña como para no tener recuerdos vívidos de ningún otro lugar.
-¿Quieres tomar algo?- Le ofreció mientras se acercaba a la cocina dónde sirvió los brownies en vez de dejarlos en el paquete. -Tu no vivías aquí, ¿verdad? ¿De dónde vienes?- Tomó la osadía de preguntar porque la curiosidad fue más fuerte, y no es como si normalmente los extraños le generaran tanta curiosidad.

Asintió ante su respuesta, ciertamente un poco frustrado. ¿Qué edad tendría ella? No serían más de dos o tres años de diferencia, y no es que él hubiese pasado mucho tiempo en Seattle desde entonces. ¿Cómo es que sentía que la conocía? ¿Se la habría soñado, quizás?

Se burló de si mismo por pensar estupideces y resolvió que era mejor contestar la pregunta que le acababan de hacer. —No, gracias. Y acabo de llegar, de hecho— Sonrió tímidamente, buscando las palabras adecuadas para referirse a dónde vivía sin que sonase demasiado extraño o complicado.

—Es... cerca de Forks. Una reserva que hay por ahí. La Push, se llama— Se encogió de hombros, realmente no esperaba que Gwendolyn conociese el lugar. Pero tampoco era mala idea preguntar. —¿Has ido alguna vez?— Caminó hasta quedar junto a ella. —¿Sabes? Creo que sí aceptaré algo para beber— Se llevó una mano a la nuca, esperando no molestarla por haber cambiado de opinión.

Pensó en insistirle en la idea de tomar algo, debía ser buena anfitriona aunque normalmente no le interesara quedar bien ante la gente. Después de todo él iba a vivir allí, ¿verdad? Mejor que tuviera una buena impresión suya, y que se sintiera cómodo, pero antes de poder volver a ofrecerle él nombró esos lugares que hacía tanto no escuchaba pero de algún modo siempre seguían presente en ella. -Oh...- Sorprendida balbuceó dejándolo seguir con su respuesta hasta sorprenderse aún más por su cambio de decisión.
-¿Qué quieres? Puedo preparar lo que quieras.- Sonrió, divertida por ambas cosas, y decidió responder correctamente. -En realidad.- Se pausó para reír. -Nací en Forks, aunque debo admitir me acuerdo poco y nada sobre el lugar. Más nada que poco.-

Explotó en carcajadas contagiosas, sacando a relucir su excepcional buen ánimo. —¿Presiento dotes de bartender, por ahí? Porque si es así, nos llevaremos increíblemente bien, igual y podríamos armar una competencia algún día— Sonrió ampliamente, ya emocionado con aquella idea. No había respondido lo que Gwen le había preguntado pero en fin, mejor se dedicó a escucharla hablar.

Bingo. Y su sonrisa se agrandó. —Probablemente no recuerdas porque no es que haya muchas cosas memorables— Aventuró, encogiéndose de hombros. —Y me ocurre algo extraño— Clavó sus ojos con algo de sorpresa en los de Gwen. Eso sonaba como a que venía alguna confesión bizarra, y lo peor es que lo que seguía a esas palabras no era mucho mejor. —No es que esté tratando de ligar contigo o algo por el estilo— Frunció el ceño, ¿por qué diablos había dicho eso? —Pero tu rostro, tu nombre se me hace muy conocido. ¿Segura de que no nos hemos visto antes?— Costó más de lo que imaginó decir aquello, pero al menos, ya lo había dicho.

Consideró refutar su comentario diciendo que Forks, y La Push, podían ser lugares muy interesantes, quizás no de la misma forma que una ciudad, pero por lo recordaba, y sabía, eran lugares donde su naturaleza se conservaba como en pocos lugares podía observarse. De todos modos se limitó a escucharlo ya que él continuó hablando y parecía tener aún más por decir pero lo que oyó no lo vio venir.
-No lo sé.- Respondió en seguida y con sinceridad. Su rostró se tiñó de confusión, ¿Por qué iba a creer que intentaba ligar con ella? Nadie hacía eso, o al menos así lo pensaba Gwendolyn, y además cuando se encontraba con gente de ese estilo en seguida Gwendolyn sentía esa sensación de rechazo e incomodidad que si quiera había considerado en el lapso de tiempo que llevaba hablando con Shane, más bien todo lo contrario. Aunque, dubitó, tal ves se equivocaba al pensarlo de forma tan familiar, bastaba con tener ojos y observarlo para saber que se encontraba frente alguien increíblemente lindo. ¿Cuántas personas lindas y buenas conocía? Por lo general se les subía a la cabeza, por eso Gwendolyn prefería que su hermana la llamase fea y al menos no estúpida o ignorante.
Encontró su vista con la de Shane y tras algunos segundos de silencio decidió continuar. -Pero siento lo mismo.- Agregó y luego notó lo raro que eso sonó, con suerte llegaría a arreglarlo antes de que su rostro se cubriera en rubor pero normalmente la suerte no estaba de su lado. -Digo, pensé lo mismo, me eres familiar pero no recuerdo de dónde o cuándo. Quizás de antes de que viviera aquí, lamentablemente era muy pequeña para tener recuerdos claros de Forks.- Habló sin parar hasta que pensó eran demasiadas palabras y paró sin saber qué más decir, o cómo sonar normal.

Ante el rostro confundido de Gwen, se sintió incríblemente estúpido. Y todo porque... porque no quería causar una mala impresión en ella. Y por otro lado, le carcomía la sensación de que la conocía de algún otro lugar. Imagínense el alivio que sintió al momento en que ella indicó que también le era familiar. Asintió, permitiéndose sonreírle. —¿A qué edad llegaste aquí?— Ella ya había dicho que estaba en Seattle desde que era muy pequeña, pero Shane insistía en eso porque el significado de "muy pequeña" era bastante subjetivo.

—Bueno, tarde o temprano lo recordaré.— Sonrió de medio lado, optimista como siempre. —Tienes una hermana mayor, ¿cierto?— Igual y quizás compartieron jardín infantil. Shane arrugó la frente en señal de concentración y tomó asiento, sin dejar de mirar a Gwen. Según él, si la examinaba detalladamente, algo terminaría viniendo a su cabeza. Sin duda era una jovencita encantadora. Admiró la delicadeza de sus rasgos, la dulzura con que se curvaban sus labios y los bucles que se formaban en su cabello. Y de pronto, algo hizo click en la mente del muchacho, iluminando todo su rostro con una sonrisa.

—Ya sé. Ustedes son los de la tienda de electrónicos, ¿verdad?— Le gustaba ir ahí porque siempre había cosas bonitas con las que jugar. Los siguentes minutos, se los pasó relatando cada detalle de los que iba recordando. Juegos infantiles, competencias, peleas, exploraciones por el bosque, y los bucles dorados de Gwen. ¡Claro que la conocía!

La rubia frunció los labios pensativa, le fue difícil recordar la edad exacta con la que se habría mudado de Forks ya que había sido antes de que fuera capaz de retener recuerdos pero deduciendo eligió una edad para responder. -Err, a los tres años, más o menos.- Intentó sonar convencida pero en si misma la respuesta estaba algo dispersa, al menos así daba una aproximación. Gwendolyn sonrió de igual forma al verlo sonreír a él, sintiéndose como una obligación el hacerlo, no una obligación molesta sino como un reflejo o una respuesta automática pero Gwen no le sonreía a nadie ni por nadie, no a menos que tuviera que ser amable y lo hiciera sin muchas ganas.
Asintió al hecho de que tarde o temprano descubrirían qué era lo que sucedía en verdad y de igual manera asintió a la pregunta de su hermana pero no dijo nada al respecto porque era un tema complicado, no iba a contarle la dualidad de la relación con su hermana a un Shane recién llegado.
Durante algunos segundos se quedó callada y su vista se encontró con la de él, quizás al igual que ella que estaba observando con determinación en inspeccionar sus rasgos tan delicados y llamativos, se preguntó si alguna vez había visto a alguien tan...su voz sonó divertida y entusiasta despertándola de todo pensamiento.
-Sí, creo que mis padres tenían una tienda de electrónicos en Forks. De hecho aquí mi padre trabaja en una empresa o algo así.- Y al oír todo lo que había vivído junto al chico en su infancia una sonrisa se dibujó en su rostro que le fue imposible de borrar. Estaba más que maravillada y odió no poder recordarlo, no al menos con claridad.
-Forks y La Push son lugares de en sueño, incluso siendo grande imagino que debe ser toda una aventura.- Arrastró las últimas palabras con un suspiro final como si todo el relato la hubiera dejado exahusta pero no estaba molesta o cansada, por el contrario se sentía divertida y entusiasmada de tantos recuerdos ocultos por re-conocer.

OOC: Te voy a cagar a piñas, ¡nunca me dijiste que habías respondido!

Pudo haberse perdido ahí, quedando como un bobo mientras la observaba. Parecía como si se detuviese el tiempo cada vez que lo hacía, y se sentía de lo más cómodo. Pero la buena memoria del chico hizo acto de presencia y despertó. ¡Sabía quién era ella! Le preguntó por la tienda de electrónicos y ella coincidió con eso. Perfecto, entonces Shane tenía razón; y sin que se lo preguntasen empezó a hablar y a hablar y a hablar. Por suerte, a Gwen no parecía molestarle aquello, incluso podía ser que lo estuviese disfrutando.

De hecho, cuando él por fin cerró su boca, ella dijo justo lo que él hubiese desado oír. —Exacto— Y una gran sonrisa se extendió a lo largo de sus labios. —Deberíamos ir un día, será entretenido. Puedo mostrarte el bosque, y los acantilados. En realidad puedo enseñarte todo porque no recuerdas nada— Se rió entre dientes, encogiéndose de hombros como si lo que acababa de decir fuese una obviedad. —¡La playa! ¿Recuerdas la playa?— Se emocionaba tan fácil como los niños pequeños; pero es que ésa era una de las cosas que Shane pensaba que necesitaba para vivir. El mar. Y cuando miró a Gwen, se dio cuenta de que, probablemente, acababa de encontrar otra de esas cosas.