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Deseos Ocultos → Emma Frost
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Deseos Ocultos → Emma Frost
por Eric Northman Lun Jul 30, 2012 12:15 am
Los Ángeles no era la ciudad de sus sueños, es más, daría fe que solo estaba allí por unos productos que necesitaba en su negocio y unas cosas que había mandado Pam a comprarle, jodida mujer que se aprovechaba cada vez que él iba de salidas largas, y él también que se acordaba de lo que pedía. Suspiró mientras seguía caminando por la calle con tranquilidad, era más de la medianoche y no había ni un alma por las calles, aún así él no temía de nada que estuviera allí afuera. Un local con letras en neón llamó su atención, una discoteca; bien. Haría una pequeña cacería para su ánimo, necesitaba sangre de verdad y no sangre sintética. Sacudió la cabeza colocando su mejor sonrisa depredadora.
El local apestaba a sudor, alcohol y sexo. Sonrió con suficiencia, tenía dos de los tres olores que disfrutaba, solo faltaba la sangre. Se acercó a la barra donde una chica de mediaba edad con varios tatuajes sería las bebidas. Le pidió con un movimiento de cabeza un vodka que estuvo solicito con rapidez en sus manos. Chasqueó la lengua mirando a su presa de la noche, era una rubia de tez tan pálida como la propia que bailaba pegada a un tipo que tenía una facha de rockero o algo por el estilo: lleno de tatuajes en los brazos, perforaciones en ambas orejas, y perfectamente podía observar un piercing en su labio inferior como un la lengua cuando hablaba con la chica. Sonrió de medio lado, acercándose a ella, la tomó de la muñeca mientras la hacía girar hacía él, colocó una mano en su cintura mientras que la otra sostenía su copa.
- ¿Bailamos? – le sonrió con sensualidad – Tu pareja ya consiguió a… otro.
Y en efecto, el tipo con características de rockero, ahora estaba ¿bailando? A su punto de vista se restregada con otro hombre tan alto como Eric e igual de rubio. Alzó una ceja restándole importancia, en sus oídos comenzó sonar la letra de Undisclosed desires de Muse; esas eran las ventajas de ser dueño de un bar.
Le dio un trago a su vodka, y afianzó su agarre en la cintura de su acompañante. Eric tenía una forma muy posesiva de bailar, y más tomando en cuenta que tenía a esa chica rubia como su próxima presa.
- "You trick your lovers that you're wicked and divine" - se inclinó un poco hacía la chica - "You may be a sinner but your innocence is mine"
El local apestaba a sudor, alcohol y sexo. Sonrió con suficiencia, tenía dos de los tres olores que disfrutaba, solo faltaba la sangre. Se acercó a la barra donde una chica de mediaba edad con varios tatuajes sería las bebidas. Le pidió con un movimiento de cabeza un vodka que estuvo solicito con rapidez en sus manos. Chasqueó la lengua mirando a su presa de la noche, era una rubia de tez tan pálida como la propia que bailaba pegada a un tipo que tenía una facha de rockero o algo por el estilo: lleno de tatuajes en los brazos, perforaciones en ambas orejas, y perfectamente podía observar un piercing en su labio inferior como un la lengua cuando hablaba con la chica. Sonrió de medio lado, acercándose a ella, la tomó de la muñeca mientras la hacía girar hacía él, colocó una mano en su cintura mientras que la otra sostenía su copa.
- ¿Bailamos? – le sonrió con sensualidad – Tu pareja ya consiguió a… otro.
Y en efecto, el tipo con características de rockero, ahora estaba ¿bailando? A su punto de vista se restregada con otro hombre tan alto como Eric e igual de rubio. Alzó una ceja restándole importancia, en sus oídos comenzó sonar la letra de Undisclosed desires de Muse; esas eran las ventajas de ser dueño de un bar.
Le dio un trago a su vodka, y afianzó su agarre en la cintura de su acompañante. Eric tenía una forma muy posesiva de bailar, y más tomando en cuenta que tenía a esa chica rubia como su próxima presa.
- "You trick your lovers that you're wicked and divine" - se inclinó un poco hacía la chica - "You may be a sinner but your innocence is mine"
Eric Northman- █ Mensajes : 20
█ Puntos : 125
█ Sexo :
Re: Deseos Ocultos → Emma Frost
por Emma Frost Lun Jul 30, 2012 11:10 pm
Pidió un Daiquiri de frutilla, sentándose delicadamente al lado de la barra. Había sido un día extraño, entre las actualizaciones de la Academia de Massachusetts y el silencio de Señor Frost, ya estaba dando por perdido su viaje a Los Angeles, cuando vio a su vícitima entrar al club.
Era un treinteañero tatuado, heredero de uno de los laboratorios más influyentes de la farmacología actual y tenía que comprobar si los próximos pasos de la industria de su padre le favorecían o no. Terminó de tomar de su trago rosa en dos segundos, y luego de acomodarse el vestido, blanco como siempre, se acercó a él (quien por lo demás ya tenía una cerveza en la mano) con su mejor sonrisa.
- ¿Bailas, querido?
El hombre asintió, tomando a Emma por la cintura, mientras ella rogaba para que el heredero de apariencia descuidada se hubiera bañado. Si algo llegaba a ensuciar su pulcro vestido iba a comenzar la tercera guerra mundial, y no descansaría hasta ver al culpable sufrir. Después de todo era un muy exclusivo Elie Saab.
Lentamente, y camuflada por el adormecimiento que el alcohol había producido en la mente de su víctima se deslizó a través de sus pensamientos llegando a lo que le interesaba, y para su sorpresa, la respuesta le favorecía. Estaba a punto de deshacerse del amarre del tatuado cuando sus brazos fueron reemplazados por los de alguien más que la tomaba con fuerza y posesividad.
Su primera impresión fue la de chocar contra una roca, tanto física como psíquicamente. Alto, rubio, musculoso y de un pecho enormemente tonificado, era todo un espectáculo para la vista, pero lo que más le sorprendió fue que no obtenía ningun pensamiento de parte del desconocido, ni el más asomo de algo captado por su empatía. Alrededor de su cabeza, era todo silencio, como darse de frentón con un enorme bloque de concreto.
Lo primero que pensó fue mutante. Definitivamente tenía que tener algún tipo de mutación si podía repeler su telepatía de tan eficiente forma. Emma sonrió, le gustaban los desafíos, e interactuar con alguien sin usar su habilidad definitivamente lo era.
Rió al ver como el interés del tatuado se pasaba ahora para un joven de ojos azules que estuvo sentado al lado de ella en la barra y colocó, ahora, toda su atención en el recién llegado. Tenía los ojos de un azul espectucular y el agarre sobre su muñeca y su cintura era fuerte y decidido, quizás demasiado fuerte. El hombre en la totalidad de la expresión era bruto, pero a Frost eso le agradaba, quizás más de lo que querría admitir. A toda chica le gusta que el falten el respeto de vez en cuando.
- Show me how it's done - completó acercándose un poco más al hombre de cabello rubio, mirándolo seductoramente - Undisclosed desires, interesante elección, dulzura - colocó una de sus manos sobre el pecho del otro, la piel que alcanzaba a tocar estaba fría al contacto - Aunque personalmente prefiero Audioslave.
Aprovechando la cercanía, acercó lentamente su nariz al cuello de señor-en-mi-la-telepatía-no-funciona y debía admitir que el perfume era exquisito. Estaba helado, cosa que no le dejó de llamar la atención por segunda vez.
- Así que, ¿Puedo saber el nombre de mi captor?
Era un treinteañero tatuado, heredero de uno de los laboratorios más influyentes de la farmacología actual y tenía que comprobar si los próximos pasos de la industria de su padre le favorecían o no. Terminó de tomar de su trago rosa en dos segundos, y luego de acomodarse el vestido, blanco como siempre, se acercó a él (quien por lo demás ya tenía una cerveza en la mano) con su mejor sonrisa.
- ¿Bailas, querido?
El hombre asintió, tomando a Emma por la cintura, mientras ella rogaba para que el heredero de apariencia descuidada se hubiera bañado. Si algo llegaba a ensuciar su pulcro vestido iba a comenzar la tercera guerra mundial, y no descansaría hasta ver al culpable sufrir. Después de todo era un muy exclusivo Elie Saab.
Lentamente, y camuflada por el adormecimiento que el alcohol había producido en la mente de su víctima se deslizó a través de sus pensamientos llegando a lo que le interesaba, y para su sorpresa, la respuesta le favorecía. Estaba a punto de deshacerse del amarre del tatuado cuando sus brazos fueron reemplazados por los de alguien más que la tomaba con fuerza y posesividad.
Su primera impresión fue la de chocar contra una roca, tanto física como psíquicamente. Alto, rubio, musculoso y de un pecho enormemente tonificado, era todo un espectáculo para la vista, pero lo que más le sorprendió fue que no obtenía ningun pensamiento de parte del desconocido, ni el más asomo de algo captado por su empatía. Alrededor de su cabeza, era todo silencio, como darse de frentón con un enorme bloque de concreto.
Lo primero que pensó fue mutante. Definitivamente tenía que tener algún tipo de mutación si podía repeler su telepatía de tan eficiente forma. Emma sonrió, le gustaban los desafíos, e interactuar con alguien sin usar su habilidad definitivamente lo era.
Rió al ver como el interés del tatuado se pasaba ahora para un joven de ojos azules que estuvo sentado al lado de ella en la barra y colocó, ahora, toda su atención en el recién llegado. Tenía los ojos de un azul espectucular y el agarre sobre su muñeca y su cintura era fuerte y decidido, quizás demasiado fuerte. El hombre en la totalidad de la expresión era bruto, pero a Frost eso le agradaba, quizás más de lo que querría admitir. A toda chica le gusta que el falten el respeto de vez en cuando.
- Show me how it's done - completó acercándose un poco más al hombre de cabello rubio, mirándolo seductoramente - Undisclosed desires, interesante elección, dulzura - colocó una de sus manos sobre el pecho del otro, la piel que alcanzaba a tocar estaba fría al contacto - Aunque personalmente prefiero Audioslave.
Aprovechando la cercanía, acercó lentamente su nariz al cuello de señor-en-mi-la-telepatía-no-funciona y debía admitir que el perfume era exquisito. Estaba helado, cosa que no le dejó de llamar la atención por segunda vez.
- Así que, ¿Puedo saber el nombre de mi captor?
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