Eric D. Kafka

Y él apareció como un pequeño rayo de sol en nuestras vidas. Su mirada viva, atenta y siempre curiosa buscaba la mía con anhelo cada vez que lograba localizarme. Su cabellera morena y la delicadeza de su cuerpo, hacían que temblara de miedo al tocarlo ¿Y si se rompía? Pero no me quedaba más remedio que hacerlo. Una nueva razón para que nuestra pequeña familia siguiera adelante. Era mi segundo hijo, vino después de Sophie. Y le di el cariño y el amor que se merecía simple y llanamente porque era el pequeño de la casa. Jamás le faltó de nada. Ni si quiera de la cascarrabias de su hermana.

Eric se hacía mayor ante mis ojos mientras en mi interior volvía a crecer una nueva vida. Ésta nació cuando Eric tenía cinco tiernos años. No sabría decir exactamente si se sintió celoso de él en algún momento, pero jamás lo demostró.
El único rubio de mi casa, el pequeño Eric, creció más rápido de lo que nunca podí imaginar. Pero le perdí la pista cuando, sin más, mi marido y yo sufrimos un accidente que terminó con nuestra vida. Eric tenía diecisiete años cuando ocurrió...

¡Eh! Cambia esa cara de mustio que se te ha quedado al oir esa historia. El final del cuento terminó bien, al menos para los tres hermanos que consiguieron salir adelante gracias al trabajo de una Sophie más crecida que el resto de los demás. Claro que la trsiteza golpeó la casa como mil cuchiillos, pero con el tiempo aprendieron a vivir sin sus padres. No los olvidaron. Pero permanecieron ocultos en la mente.

Eric pasó una adolescencia de esas populares, un joven que estaba para todas y cada una de las mujeres que se le presentaron, que dificultó sus estudios y que lo llevó a tener que sentar la cabeza. Hoy día sigue siendo el mismo crio irresponsable con unos cuantos de años más, viviendo con sus hermanos y una pequeña carga sobre sus hombros ¿Qué carga? os preguntareis: Una niña de cinco años de edad. PEro no es suya, cuidado con lo que pensais. Es su prima, una niña que se ha visto obligada por las ciscunstancia a irse con la única familia que le quedaba ¿Por qué? La razón radica en la muerte de su padre y la desaparición de su madre.

Eric está obligado a cuidar de ella, ya que su hermana así lo ha decidido ¿Sentar la cabeza? Quizá le ayude. De momento está en la universidad, haciendo que estudia psicología.

Él ese pesado que te lleva hasta su terreno, que te acorrala donde quiere y cuando quiere ¿Vas a tratar de resistirte? Vamos... mírale a los ojos y deja que la llama se encienda en tu interior. Deja que el deseo cubra tus sentidos y déjate llevar por sus suaves y aterciopeladas palabras. Te parecerá un caballero, un elegante muchacho que quiere darte el mundo entero. Pero la realidad es que no te comprende, no sabe tratarte. No porque no quiera, si no porque no lo consigue. Quizá sea fruto de su pasotismo frenético y su reponsabilidad nula con las cosas, el hecho es que aunque quiera no se preocupa por hacerlo. Lo malo es que cuando te des cuenta de ello ya será demasiado tarde para arrepentirte de tu error. Solo sabrá responderte con risas y lo sientos, uno tras otro ¿Lo siente de verdad? Es algo que jamás vas a conocer a ciencia cierta.

Eric es ese que de nada se arrepiente, que no baja la cabeza ante nada y ante nadie. Bueno sí, solo ante su hermana Sophie. Es divertido, locuaz y un hablador conpulsivo. Y esa faceta suya tan encantadora de meterse en lios continuamente lo hacen terminar mal en más de una ocasión. Eric no tiene responsabilidad suficiente para solucionar sus problemas. Sin embargo resulta de lo más inteligente y avispado para intentarlo ¿Y si no puede? No te preocupes, te echará a ti el bulto para que lo soluciones por él. Efectivamente, le falta bastante vergüenza. Si tiene que hacer algo lo hará, si tiene que decirlo, tamibén lo hará sin ningún tipo de problema.
Como si fuera un continuo dolor de cabeza ¿Alguien ha visto alguna vez esas películas de dibujitos en las que el protagonista pasa por lugares poco seguros y justo detrás de él se van sucediendo situaciones que habrían acabado con su vida? Pues precisamente, esa es él. Consecuencia clara de su despreocupación por el futuro. No cuida de sí mismo en ningún momento: cruza sin mirar, no tiene miedo de meter los dedos en los enchufes, se olvida de apagar el gas, se mete por lugares inapropiados en momentos inapropiedos...vamos, ¡una ruina!

Puedes tratar de entenderlo. Probablemente haya algún tipo de mecanismo interno tan retorcido que lo haga ser un atrevido y desquiciado chico de veintiún años ¿Lo sabes tú? Já. Como nadie osa adentrarse en terrenos pantanosos, ven lo más externo de él que son capaces de detectar. Un tren descarrilado, una cabra loca, una tormenta descontralada sobre el planeta. No piensa. No razona. Solo se enfrenta a la vida. No hay huevos, son las palabras mágicas para Eric. Basta con retarle, con decirle unas palabras menospreciando sus capacidades, para que te de con la puerta en las narices ¡Qué orgulloso! Sí, pero di sí mismo. Exagera todas aquellas habilidades que posee para poder llegar a más, para demostrar que no es un mueble en una esquina cogiendo polvo. Él es el polvo de la vida. Su competitividad en la misma la hace ser un duro contrincante, una desenfrenada causa que nunca se detiene, que jamás se acaba. El polo opuesto de la sensatez, Carpe Diem hermano, Carpe Diem.

A parte de todos esos inconvenientes, no es una mala persona. Te hará daño, es cierto, pero tratará de enmendarlo de alguna forma. Porque sigue sin darse cuenta de lo que realmente duele. Y no te preocupes, si eres de los suyos hará lo que sea para ayudarte.