Harleen Darla Quinzel || Harley Quinn

Tres de Diciembre. Hace veintitrés años llegaba al mundo la única hija de un matrimonio de clase media, a la que se bautizó como Harleen. De cabellos rubios, que con el paso del tiempo se aclararon mediante remedios "caseros", Harleen pronto se mostraría como una gimnasta de gran habilidad, y antes de cumplir la mayoría de edad ya fue seleccionada de forma olímpica. Durante la adolescencia, fue esa chica. La inalcanzable, la rubia popular con buen corazón, quién, a pesar de ello, lo mantenía a salvo. Sus habilidades como gimnasta olímpica, de hecho, ganó incluso la medalla de plata, le ofrecieron la posibilidad de estudiar en la universidad gracias a una beca.

Probablemente, sin esa beca, no le hubiese sido posible ingresar en la facultad, y por consiguiente, nunca se habría especializado en psiquiatría. Las malas, pero probablemente sinceras lenguas, afirman que buena parte de sus flameantes notas se deben a "roces" y charlas hasta altas horas de la madrugada con algunos de los profesores, sea como fuere, Harleen se graduó con honores, lo que le valió ser seleccionada para trabajar en el Asilo de Arkaham.

¿Un golpe de suerte o el inicio de su desgracia? Quién iba a decirlo, la salud mental de la psiquiatra se tambaleó. Y no lo hizo hasta que lo conoció. Joker. Al instante captó su atención, le llegó al corazón. Y todo se tambaleó, los esquemas de Harleen se hicieron pedazos. Tras una fuga y posterior reinserción en el Asilo de su ángel, aquel del que había quedado prendada, Harleen atracó una tienda de disfraces, llevándose un disfraz de arlequín, ayudando a escapar al Joker, quién le dio el alias de Harley Quinn. Y desde entonces, Harley se dedica al crimen, unas veces organizado, otras no tanto, ha aprendido a usar explosivos, armas de fuego y es una distinguida maestra del disfraz.

Y nada va a detenerle, nada.

Demente, ida. Dos palabras que se alternan para describir a Harley. No siempre ha sido así, de hecho, cuenta la leyenda que tiempo atrás, su estado mental era admirablemente sereno, deslumbrante. Una mente brillante e independiente que se consumió al tratarle. Él destrozó todo atisbo de cordura, y el resultado final es Harley Quinn. Obsesión y demencia camuflados bajo un perfil infantil que busca eternamente la diversión. Eso es lo que parece, la mente de una niña traviesa en el cuerpo de una mujer, una mente que, cual cóctel explosivo, mantiene también una parte adulta. Uno de los pocos propósitos de Harley es divertirse, cosa que viene dada por la notable influencia del Joker. Busca la diversión, de las formas más cruentas, disparatadas e incluso absurdas que encuentra. La destrucción, el caos, cualquier cosa que la divierta, que le haga sonreír.

Autodestructiva, toda independencia que alguna vez ostentó, ha desaparecido. Harley es completamente dependiente del Joker, su pastelito, y se podría decir, que vive por y para él, para hacerle feliz. Es en este terreno donde se muestra su naturaleza obsesiva, además de la pérdida de independencia, que, a pesar de que parezca viva en muchos ámbitos, se hecha por tierra cuando él así lo desea. Incapaz de ver el mal en su pastelito, Harley se muestra influenciable, siempre a la defensiva si alguien intenta hacerle daño, y realmente peligrosa.

Con cambios de humor notables, Quinn es una montaña rusa, sube, baja, vuelve a subir y vuelve a bajar. Pero si hay algo que se mantiene es la violencia. No le queda otra cosa más que la violencia, instintiva o bien planeada, da lo mismo. Homicida potencial, sin escrúpulos, aunque en ocasiones estos aparecen, haciéndole tener momentos de "lucidez" en los que es consciente de su situación, en los que reflexiona, en los que la antigua Harleen hace acto de presencia. Poco duran, pues la inestabilidad de la que sufre lo hace imposible.