Son esas cosas de la vida ; Virginia.

por **Ramona V. Flowers** Miér Jul 18, 2012 12:10 am

¿Cuánto tiempo había transcurrido? Bastante. Sus pies vagaban por Nueva York como antes, teniendo en cuenta que eso fue hace unos años atrás, donde todo parecía ir bien o así trataba de pintarlo cierto personaje en su vida. Gideon le mostró el lado más sofisticado y oscuro a Ramona; esa ciudad llena de conflictos y peleas para que aquellos demostraran quién era el más fuerte y el líder del territorio, por supuesto que Gideon era "ese" jefe y ¿cómo no? Controlaba a cada uno de los que se encontraban a su alrededor, incluyendo a la joven y claro, el descaro era casi parte de la esencia de G-Man.
Suspiró y se encogió de hombros, no había manera de sacárselo de la cabeza pero tenía que hacerlo; Ramona podía notar como se desviaba de su camino y con el pedido en mano, siguió patinando por las calles de la ciudad.
Tomar un trabajo provisorio en Amazon de Nueva York era solamente eso, un trabajo que la ayudaría a tener más ingresos cuando tuviera que volver a Toronto, Canadá, así que ahora mismo, debía repartir los encargos de la gente. Para cualquiera debía de ser un problema pero para Ramona Flowers sólo era un detalle mínimo, pequeño, diminuto. La rapidez con la que entregaba los paquetes era increíble, por eso mismo, era la única repartidora en Toronto y aquí, parecía ser la más eficiente de un buen puñado de jóvenes.

Miró el reloj de su muñeca y arrugó el entrecejo. Si seguía así de lerda, llegaría un minuto tarde y eso era imperdonable, más en el trabajo por lo que usó su ruta habitual; a no más de unos metros se hallaba una puerta blanca con una estrella en lo más alto de ésta, ahí, dibujada y de color negro. Sin más, aceleró el paso y los patines la llevaron cada vez más rápido hasta que cruzó aquella puerta. Ahí, se encontró en el sub-espacio, una dimensión oscura por completo que la llevaba de ciudad en ciudad, incluso, por entre los sueños de algunas personas como por ejemplo: Scott, su novio.
Continuó patinando como si nada, despreocupada hasta que abrió otra puerta que la dejó a una cuadra de su destino. Cruzó la calle ancha sin problemas y se detuvo en el frontis de una gran edificio: la Torre Stark. Le echó un vistazo rápido y se deslizó hasta llegar al hall de la construcción; se acercó sin ningún atisbo de intimidación ni mucho menos curiosidad por la elegancia del gran salón en el que encontraba, pues a lo único que iba ella era a entregar una encomienda. Se acercó al mostrador y no encontró a ninguna secretaria, enarcó un ceja y esperó a que alguien apareciera.

por **Virginia Potts** Jue Jul 19, 2012 7:50 pm

Era poco más de medio día cuando había sabido que el jefe de departamentos de recursos humanos había mandado una encomienda desde la oficina postal hacía la torre. Suspiró con pesadez, se había vuelto un tanto paranoica para las cosas que provenían de afuera, había hablado con una vecina de su departamento que se había mostrado muy tierna con ella y fue a la única que le contó un poquito de su paranoia, la chica solo le encontró razón por todo lo que habían pasado con Iron Man, se había vuelto muy desconfiada y puede que en la única persona que confiaba a ciegas actualmente era Anthony Stark.

Por inercia bajó hasta la recepción en busca de un café, estaba tentada en ir por un Starbucks que estaba a unas cuantas manzanas de las oficinas Stark cuando observó a una chica con un estrafalario azul eléctrico como color cabelludo, ladeó la cabeza; tal vez cuando habría sido adolescente pasando por su etapa de rebeldía plena le hubiera gustado hacerse unas mechas azules, sacudió la cabeza alejando los pensamientos y se acercó a la chica.

- Hola – murmuró - ¿Qué tal? – ladeó la cabeza con suavidad mostrando unas sonrisa suave - ¿Puedo ayudarte en algo? – preguntó con generosidad - ¿Buscas a alguien? – sonrió.

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